jueves, 10 de diciembre de 2015

La calabaza



El espectáculo que están dando Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri en el traspaso de poderes que hoy se consumará dice muy poco de la calidad democrática de Argentina. 

Indudablemente, el nuevo presidente se podía haber ahorrado la exhibición de imposición dada, recurriendo a la justicia para evitar que su antecesora le colocara la banda presidencial en el Congreso argentino. La imagen de Macri puede resentirse, cuando hubiera sido más inteligente plegarse a los deseos de la viuda de Kirchner, aun cuando le hubieran silbado desde las bancadas peronistas.

Pero lo de Cristina Fernández es peor. Refleja claramente el desprecio democrático que tiene y es consustancial  a la dinastía que ha encarnado hasta ahora. Sus críticas a la justicia convirtiéndola en una calabaza a las doce de la noche son patéticas. Las imágenes de ayer en el balcón de la Casa Rosada nos retrotraen a Evita Perón, el símbolo del populismo más estéril que recorre sudamérica.

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