Pablo Iglesias ha vuelto a infligir un duro revés a Pedro Sánchez con la propuesta de candidaturas conjuntas de izquierda al Senado en las próximas elecciones del 26-J. De entrada, porque para alguien que ha fiado toda su estrategia desde el 20-D en armar una alternativa a Rajoy, le va a ser difícil de explicar a los electores de izquierda su negativa a lo propuesto por el líder de Podemos, cuya única virtualidad es impedir que la Cámara Alta vuelva a quedar en manos del PP. Además, Iglesias ha conseguido con su última iniciativa abrir una nueva vía de enfrentamiento interno en el PSOE. Ximo Puig, el presidente de la Generalitat valenciana, negocia desde hace tiempo eso mismo en la Comunidad Valenciana con Compromís y Podemos.
Da la sensación de que Sánchez es incapaz de romper la estrategia de un maquiavélico Iglesias, que solo busca superar al PSOE y presentarse como la única alternativa a Rajoy, verdadera razón del pacto firmado con Izquierda Unida.
Y el líder socialista no lo puede hacer porque esta preso de su propia estrategia tras el 20-D. Aquella noche electoral tenía dos opciones: facilitar una gran coalición, obteniendo los réditos necesarios, entre ellos abrir la reforma constitucional, a costa de debilitar aún más su propio liderazgo interno, o asegurar su permanencia al frente del PSOE, intentado una imposible mayoría.
Ya saben lo que escogió y ya comprenden porqué Sánchez está en manos de Iglesias.
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