Juncker está harto de la demagogia de algunos mandatarios de estados de la UE que por un lado apoyan a Bruselas en su negociación con Washington, pero por otro hacen declaraciones demagógicas en contra del mismo para aumentar su popularidad y fidelizar el voto. Mientras, tanto la creciente animadversión contra el TTIP, azuzada por diversos colectivos ecologistas y anti-sistema, cala entre la población europea, al no haberse construido un discurso que ponga en valor el progresismo implícito a toda medida que acaba con los aranceles económicos y las estrecheces conceptuales nacionalistas.
Como siempre, se necesitan estadistas. Juncker los busca.
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