La visita de Barack Obama a Vietnam pretende poner fin a más de medio siglo de hostilidad entre el país asiático y la primera potencial mundial. Algo que refleja lo que ha cambiado el mundo en ese período de tiempo, dando por concluida toda una época.
En la década de los sesenta una generación creyó que podría cambiar el mundo, como tantas otras antes que ella. Eran los años del movimiento Hippy, que planteaba otro mundo posible. La era de acuario inundaba una sociedad norteamericana que empezaba a mostrar cansancio del papel de guardián frente al comunismo, que la Guerra Fría había impuesto
Miles de jóvenes norteamericanos fueron enviados a lo que se convirtió en un infierno, mientras la represión alcanzó el paroxismo. Pero ni el napalm logró evitar el triunfo de aquella guerrilla tenaz, apoyada por la URSS y también por la China maoísta, que proclamaba su propia utopía. Poco a poco su victoria se hizo evidente, hasta para aquellos soldados que solo soñaban con volver al paraíso permisivo y hedonista que habían saboreado antes de ser llamados a filas. La angustia que vivieron, a la par que masacraban a los vietnamitas, fue espléndidamente retratada en aquel himno musical que The Doors tituló como el fin de toda una época, la misma que Obama ha concluido con su visita a Vietnam: This is the end.
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