martes, 18 de octubre de 2016

El bien y el mal

La polémica en la que se ha visto inmerso Sting, referida a un caso de explotación de trabajadores inmigrantes, permite situar el debate secular sobre el bien y el mal en una perspectiva si no inédita, sí novedosa en cuanto a algunas de sus circunstancias. Los hechos son conocidos: una red mafiosa explotaba a migrantes que trabajanba en bodegas, entre ellas Il Palagio, propiedad del cantante.

Sting desconocía esos extremos, lo que ha sido ratificado por el fiscal que investiga el caso. El cantante se ha mostrado muy afectado por lo sucedido y ha recordado que en su próximo disco hay una canción de apoyo a los refugiados.

No hay por qué desconfiar de la sinceridad de Sting y coincidir con él en que no hubo por su parte una intención de hacer el mal. Pero tal asunción no le exime del hecho de que en definitiva ha propiciado el mal, en la medida en que unos trabajadores han visto vulnerados sus derechos en un marco laborar que le implica.

Incluso, se debe presuponer que, más allá del interés crematístico, la intención de Sting cuando hace 25 años compró la bodega era hacer un buen vino, lo que indudablemente debe ser considerado como un bien. De hecho, uno de sus caldos ha sido incluido en una prestigiosa lista de los cien mejores vinos italianos.

En consecuencia, nos encontramos con que una buena intención termina ocasionando un mal. Pero, ésto es algo que ocurre en infinidad de ocasiones cada día y que, no es privativo de Sting, sino de lo que participa toda la Humanidad. Todos incurrimos en ello, a sabiendas o por desconocimiento. El problema no es ese por tanto. No. ¿No estará, entonces, en el hecho de no aceptar que el bien también pueda crear el mal?

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