lunes, 3 de octubre de 2016

Trágico

Probablemente el adjetivo que mejor acompañe a lo vivido el sábado en el Comité Federal del PSOE sea el de trágico en su ultima acepción, la de hondamente desgraciado. La imagen de una despiadada lucha de poder, de la que no solo es responsable Pedro Sánchez, no puede dejar de calar en una sociedad que atónita constata como se han impuesto a lo largo de la crisis los intereses personales a otras consideraciones. Después de lo vivido, el partido socialista está más cerca de perder su condición de alternativa al PP y su posición hegemónica en la izquierda disfrutada durante cuarenta años de democracia.

El gran beneficiado puede ser Podemos, una formación que sigue sin resolver su modelo de estructura territorial y que pretende solventarlo elevando el derecho de autodeterminación a guía de resolución de conflictos, confiando en desviar así su dilema partidista y convirtiéndolo en un problema del Estado español, al que se le acumulan las dificultades en este sentido. Un Podemos convertido en alternativa al PP añadiría, pues, ese plus de preocupación.

El previsible trasvase de votos desde las posiciones más izquierdistas en el PSOE hacia Podemos se pudo visibilizar el propio sábado cuando una legión de militantes iracundos intentaron influir en el cónclave y en cuya vehemencia se traslucía el convencimiento de haber convertido a doscientos mil afiliados en los dueños de un partido que llegó a ser votado por once millones de electores.

Pero, sin duda, donde se la juega definitivamente el Partido Socialista será en el próximo Comité Federal, en el que deberá decidir entre permitir a Rajoy gobernar de nuevo o acudir a las terceras elecciones generales en un año.

Una tesitura que recuerda la vivida en diciembre de 1935 cuando Largo Caballero abandonó la presidencia del PSOE, amenazando con invocar a las bases, a los militantes, fracturando un partido que el 18 de julio de 1936 estaba dividido y minando las posibilidades de que Prieto llegase al poder, lo que tal vez hubiera impedido que la República se deslizase a su destrucción.

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