lunes, 2 de enero de 2017

Hay otras soluciones

Las medidas de reducción del tráfico ordenadas por el Ayuntamiento de Madrid han vuelto a reabrir el debate sobre la carga ideológica de los gestores municipales. Evidentemente, la actuación de tales ediles, situados en la órbita de Podemos, conlleva un plus con respecto a otros políticos de formaciones ya más asentadas en la búsqueda de soluciones más técnicas. Es propio de los proyectos que alcanzan el poder desde posiciones críticas con lo establecido.

No hay por qué extrañarse de que el equipo directivo del ayuntamiento madrileño busque soluciones al problema medio ambiental, aproximándose al problema con una fuerte carga ideológica, en la que la conservación ocupa un valor relevante, frente a otras opciones que priorizan el desarrollo tecnológico. De hecho, los nuevos responsables municipales modificaron nada más llegar al poder los protocolos técnicos al respecto, de tal manera que las limitaciones al tráfico se implementan antes y con una menor tolerancia respecto al umbral contaminante.

Hecho ésto, que es más discutible que criticable, los responsables municipales deberían clarificar los aspectos técnicos. No se entiende muy bien que las medidas limitadoras desaparezcan como por ensalmo cuando llega una operación salida o entrante, o cuando se viven días festivos o de puente. Admitido que debe haber una carga ideológica, es más que razonable profesionalizar técnicamente las actuaciones. 

Sobre todo porque las medidas que ha tomando hasta ahora el ayuntamiento de Madrid inciden más en los sectores de población con menos recursos, que en la mayoría de los casos no disponen en la unidad familiar de vehículos con matrículas pares e impares; argumento al que debería ser también ideológicamente sensible un equipo directivo de izquierdas. Eso, sin mencionar que a los que más afecta la entrada en el centro de Madrid es a aquellos que viven en las periferias, que en su inmensa mayoría no disfrutan de rentas altas. Poner más difícil a éstos que puedan acudir con sus familias a disfrutar de la ciudad no creo que se pueda calificar de progresista.

Por ello, sería razonable acompañar tales restricciones con una potenciación del transporte público, planteándose su gratuidad en los días críticos, como hacen otras capitales europeas. Lo que se debería completar con ayudas a la reconversión de los vehículos de reparto, cuya potencialidad contaminante es tan elevada como las muchas horas que dedican a recorrer la ciudad para surtir a todos de los productos necesarios. Y en general con la renovación de un parque automovilístico que facilite a muchos desprenderse de los vehículos más contaminantes y sustituirlos por modelos eléctricos o híbridos.

Por tanto, no está de más recordar a aquellos que, no exentos de un cierto adanismo, creen que la ideología es la panacea, que existen soluciones complementarias, de tipo más técnico, basadas en la denostada experiencia. 

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