lunes, 16 de enero de 2017

Lo razonable y lo popular

La irrupción de Patxi López en la disputa por el liderazgo socialista ha clarificado la situación en el principal partido de la oposición. De entrada, cierra el paso al sanchismo, lo que permite sembrar la duda de si realmente no es el golpe de gracia del aparato socialista al que fue el primer secretario general elegido en primarias.

La segunda consecuencia del paso adelante del exlehendakari es que se celebrarán efectivamente unas primarias para elegir al nuevo líder, consolidando tal colegio electoral en el PSOE, un partido tradicionalmente, al menos desde la Segunda República, inmerso en la cultura congresista con un secretario general elegido por cesiones mutuas de las federaciones territoriales y no presidencialista, modelo al que aspiraba el defenestrado Pedro Sánchez, quien basaba su legitimización en los militantes, despreciando a las poderosas agrupaciones territoriales de un partido que se considera federal.

Asistiremos por tanto a una disputa entre el ex presidente del Congreso y Susana Díaz que dirimirán los militantes, lo que deja más abierto el resultado final. Sin primarias, el resultado hubiera sido mucho más proclive a la presidenta andaluza que suma a la federación más poderosa y a otras igualmente relevantes como Valencia. En cambio, Patxi López solo hubiera contado con el apoyo de agrupaciones con menor peso, como Euskadi, Baleares o la Rioja, a expensas de lo que hubiera decidido la Gestora con respecto al PSC, cuya participación en el futuro Congreso socialista aún está por dilucidar.

La votación en primarias augura un resultado más reñido. Por ello, López ha reivindicado al sanchismo, ofreciendo al exsecretario general sumarse a su proyecto y recogiendo su numantina herencia, hasta el punto de insistir en que el PSOE nunca debió abstenerse, permitiendo gobernar de nuevo al PP.

Palabras que contrastan con las formuladas el sábado ante el Comité Federal por el presidente de la Gestora, precisamente el dirigente que había logrado encontrar una salida al laberinto en el que Pedro Sánchez había metido al PSOE. Javier Fernández dijo con absoluta claridad: "Al día siguiente de las elecciones de junio la inmensa mayoría de los dirigentes de este partido sabíamos lo que había que hacer, lo que no sabíamos era cómo ganar el congreso después de hacerlo".

Un reconocimiento de los dispares caminos que pueden tener lo razonable y lo popular.

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