lunes, 8 de octubre de 2018

La clave: las clases medias

Los resultados de la primera vuelta electoral en Brasil han confirmado los más malos presagios. Democráticamente, el candidato ultra, autoritario, racista, machista y homófobo, Jair Bolsonaro, ha arrasado con cerca del 47% de los votos emitidos, quedándose solo a poco más de tres para haberse ahorrado la segunda vuelta y haberse convertido ya en presidente electo.

Indudablemente, parte del éxito de tal candidato radica en el descrédito del Partido de los Trabajadores (PT), en el poder durante las décadas más espectaculares en cuanto a desarrollo del país americano, que traicionó a la sociedad con una generalizada corrupción, que incluso afectó al mejor líder de la izquierda actual, Lula da Silva.

Una vez que la justicia impidió presentarse a este último, condenado por corrupción, el PT recurrió a Fernando Haddad, que no solo no recogió el legado positivo de Lula, sino que en las últimas semanas hundió su voto, mientras el de Bolsonaro no paraba de crecer. El error estuvo en la estrategia del exalcalde de Sâo Paulo, que se dedicó en la recta final a movilizar el voto de los más pobres en el noreste del país, el menos desarrollado de ese gigante que es Brasil.  Lejos de ello, Haddad debe recuperar en la segunda vuelta a las clases medias, que rompieron con el PT por su corrupción. Solo así tendrá una opción para impedir que Brasil se hunda en el populismo de Bolsonaro.


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