jueves, 27 de febrero de 2020

Coronavirus

El pánico parece haberse apoderado de la sociedad humana ante la crisis del coronavirus.  Las repercusiones económicas son muy negativas, además de las humanas, más allá de que  toda pérdida humana sea lamentable. Las bolsas acumulan descensos, la española ha visto escapar de su cotización más de 20.000 millones de euros en unas pocas jornadas. 

Los medios de comunicación, salvo excepciones, tienen su responsabilidad en el escenario al que hemos llegado. Se ha estado informando, y todavía, como si viviéramos un apocalipsis planetario, cuando una de las consecuencias de la globalización es precisamente el flujo continuo de pasajeros de una parte a otra del mundo. Hoy en día, en el mundo que vivimos, no se puede poner puertas al campo.

Pese a las llamadas a la calma, el mensaje de que el coronavirus tiene una mortalidad similar a la de la gripe común, parece no calar entre una población, que debería preocuparse también de las consecuencias económicas que conllevan las cancelaciones de eventos internacionales, como ha quedado en evidencia con el Mobile World o con el carnaval de Venecia. En esos aspectos deberían incidir más los medios de comunicación y la labor pedagógica preventiva de las autoridades políticas, algo que se está echando en falta.

Y también una respuesta más rápida del mundo científico. A este respecto, la aparición, en España y en otros países, de afectados locales, sin aparentes nexos con los infectados foráneos, crea una peligrosa incertidumbre, a la que hay que dar una urgente respuesta académica, que evite la propagación del pánico.



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