jueves, 21 de mayo de 2020

La ética en la geometría variable

Pedro Sánchez se está mostrando como el alumno aventajado de José Luis Rodríguez Zapatero, el conceptualizador de la geometría variable, aquella que se definió como el cambio de socios parlamentarios en aras de la estabilidad gubernamental.

Tanto que el actual presidente del gobierno está llevando esa estrategia hasta el paroxismo. Llegó al poder gracias al apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya, cediendo en la constitución en el mes de febrero de una paritaria mesa de negociación entre el Estado y la Generalitat.

Poco más de dos meses después, el gobierno Sánchez ya había desdeñado a Esquerra, apoyándose en Ciudadanos en el Parlamento, para asegurar sucesivas prórrogas en el Estado de alarma. Con ese giro, el presidente infringió un duro golpe a un PP que veía como su fiel escudero, Ciudadanos, libre de la tara de Rivera, iniciaba un camino propio.

Y ayer, el grupo socialista del Congreso firmó con Podemos y Bildu, los herederos del terrorismo que asoló España durante cinco décadas, un acuerdo para derogar la reforma laboral, el principal y discutido legado del último gobierno del PP. Con este paso, Sánchez manda un claro mensaje a Ciudadanos y al PNV, que en el caso de los jeltzales se resiente de otra dimensión, aquella que ha mantenido un gobierno de coalición en el País Vasco durante toda una legislatura.

Sin duda que, si evaluamos la estrategia de Pedro Sánchez en términos de supervivencia de su gobierno, el resultado es óptimo, prorrogando el objetivo superior de la permanencia del presidente en la Moncloa. Otra cosa es si atendemos a criterios éticos.

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