jueves, 28 de mayo de 2020

Navarra

El gobierno de Pedro Sánchez ha cedido la gestión del ingreso mínimo a las comunidades autónomas vasca y navarra, después de que la vicepresidenta Carmen Calvo y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, acordaran dicho traspaso, que ha puesto bálsamo a las relaciones entre el PSOE y el partido nacionalista después del desaguisado provocado por los socialistas negociando con Bildu.

Sobre el tema de fondo, hay poco que señalar, máxime cuando una de las trasferencias negociadas previamente entre el gobierno central y el vasco era el traspaso antes del 31 de octubre de la gestión de la Seguridad Social a Euskadi, cuestión espinosa que ha envenenado durante cuarenta años las relaciones entre ambas partes, en la medida en que la Constitución y el Estatuto de Gernika podían entrar en colisión sobre la  administración competente en materia de Seguridad Social. La solución a la que se llegó, poco antes de la epidemia del Covid-19, fue mantener la caja única de la Seguridad Social en manos estatales y la cesión de la gestión a la comunidad autónoma. Ahora, con lo pactado por Calvo y Ortuzar, se adelantará la gestión concreta del Ingreso Mínimo Vital.

Estas decisiones, además, encajan perfectamente con la relación bilateral económico-fiscal existente entre España y las provincias de Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya, derivadas de la foralidad de esos territorios históricos, hecho anterior a la propia construcción del Estado-nación español, acaecido a partir de 1808.

Por tanto, a ese respecto nada que objetar. Sin embargo, sí cabe un debate crítico, eso sí constructivo, sobre el hecho de que sea el PNV el que negocie sobre algo que afecta a Navarra. Y sobre todo a que sea un gobierno socialista el que se pliegue a ello. 

Me explico. Es sorprendente que el ejecutivo Sánchez acepte que el PNV se constituya en el valedor de Navarra ante el gobierno central, máxime cuando el viejo reino tiene un gobierno propio, presidido precisamente por una socialista. No se, ya que la prensa no aclara esta crucial circunstancia, si en dichas negociaciones ha tenido parte el ejecutivo navarro. Quiero pensar que sí, que el gobierno navarro ha tenido que ver y que se trata solo de una deficiente información de unos medios de comunicación nacionales que demuestran una ignorancia que en este caso es demasiado supina. Y que por tanto se trata solo de que el PSOE ha permitido que públicamente, de cara a la opinión pública el PNV se lleve el gato al agua y aparezca como el defensor de la foralidad navarra.

Eso sí que me parece criticable y me recuerda lo que pasó en la Transición Democrática, cuando un Partido Socialista de Euskadi, la federación vasca del PSOE, enormemente influido por el nacionalismo vasco se dejó arrastrar y agrupó en su seno a los socialistas navarros en un intento de lograr por primera vez la aspiración nacionalista vasca de integración de Navarra en Euskadi. De aquella situación, salió escaldado aquel gato. Esperemos que ahora, cuarenta años después, no sea así, al confundir los socialistas, al menos por desconocimiento, los derechos históricos de unos territorios, incluida Navarra, con la pretensión nacionalista de Euskal Herria.

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