domingo, 31 de mayo de 2020

Decadencia

La ola de violencia desatada en los Estados Unidos a raíz de la enésima muerte de un afroamericano a manos de una policía que no desdeña actuaciones represivas desproporcionadas, no supone una novedad. Desgraciadamente, estas situaciones se repiten con demasiada frecuencia. Sin embargo, las imágenes que nos llegan, aderezadas de protestas y saqueos, muestran un plus de violencia que no puede dejar de preocupar.

Es cierto, que la inserción de la población descendiente  de los esclavos en el Estado-nación norteamericano presenta un déficit histórico como las marchas por la igualdad de la década de los sesenta del pasado siglo denunciaron. Circunstancia que no ha mejorado en la medida necesaria a tenor de la situación que se vive en muchos Estados de dicha unión. 

Las consecuencias negativas de tal conflicto no podrán obviarse en un Estados Unidos que además presenta en la actualidad otros dos problemas acuciantes, lo que hace de la ola de violencia que sacude hoy en día a numerosas ciudades estadounidenses algo diferente y mucho más grave.

El primero de ellos es la evidente decadencia que sufre Estados Unidos desde que acabó el siglo XX, el denominado siglo americano. El ascenso de China, cuyo gobierno cada vez disimula menos, como estamos viendo con Hong-Kong, se traduce en una progresiva pérdida del papel de Estados Unidos como fuerza hegemónica mundial. 

La segunda de ellas es algo más circunstancial, pero no por ello menos grave. Históricamente, la decadencia suele acompañar a los problemas de selección de los dirigentes en las potencias que las sufren. La elección de Donald Trump es una muestra de ello. 

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