martes, 28 de julio de 2020

La opinión internacional

La gravedad de los rebrotes de coronavirus en nuestro país, que nuestras autoridades relativizan, ha sido puesta en evidencia por los principales países de nuestro entorno, más allá de que estos se muevan por intereses propios y que sus gobernantes tengan que tomar decisiones dejándose llevar por sus respectivas opiniones públicas. Es el caso del Reino Unido de Boris Johnson, un político que toma decisiones, contradictorias muchas veces, según sople el viento entre sus votantes. Pero también, ocurre en Estados donde el populismo aún no ha inundado su gobernanza. Francia ha aconsejado a sus connacionales no viajar a Cataluña por la situación allí de la epidemia, mientras que Alemania -cuya mandataria, Angela Merkel ha demostrado la solidaridad con España por la crisis económica derivada de la pandemia- acaba de extender la recomendación también a Aragón y Navarra.


España presenta graves problemas de rebrotes en al menos esas tres comunidades, que a juicio de mandatarios europeos responsables -caso de Macron y Merkel- obligan a cerrar el flujo transfronterizo. Y sin contar con la situación de otras comunidades, como Madrid, a cuyos gobernantes les cuesta poner en práctica las dos recomendaciones básicas de las autoridades sanitarias por anteojeras ideológicas: aumentar el número de rastreadores de contagios y potenciar la red primaria de asistencia pública.


En muchas de estas comunidades ha quedado en evidencia la quiebra del argumento de que los problemas se enfrentan mejor con la cercanía de los gobernantes, uno de los principios invocados hace cuarenta años para la necesaria descentralización del poder en España, lo que tampoco nos debe llevar a un debate recentralizador, salvo en cuestiones globales, como el cambio climático o propiamente las epidemias, como es el caso.


Por ello, se echa en falta una actuación más decidida del gobierno de España en la fase actual de la pandemia. Tras el fin del Estado de alarma, el gobierno Sánchez parece haberse desatendido de la crisis sanitaria, delegando en las comunidades, y centrarse en la recuperación económica, aspecto que evidentemente es crucial, pero que no debe impedir olvidar la perspectiva de la salud pública, donde sería necesaria una intervención mayor del ejecutivo. Así, al menos nos lo piden desde fuera.


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