jueves, 4 de julio de 2013

Una mácula de origen

Los militares egipcios han perpetrado un golpe de estado por el que han depuesto al presidente legítimo, el islamista Mohamed Morsi, quien fue elegido democráticamente hace un año. El Ejército del país árabe recupera así su papel de tulelaje sobre la sociedad que ejerció desde 1952, cuando el Movimiento de Oficiales Libres derrocó a la monarquía de Faruq I. Desde entonces y hasta hace dos años, el Ejército dirigió Egipto con mano de hierro. Primero con Nasser, el militar panarabista que hizo frente a Occidente por el Canal de Suez. Luego con su sucesor, Sadat, quien pagó con su vida haber firmado la paz con Israel. Y después, Mubarak, destronado precisamente en la Revolución de 2011. El Ejército ha vuelto a demostrar quien manda en Egipto, aunque en esta última intervención mantendrá una fachada: el nuevo presidente es el máximo mandatario del Poder Judicial, Adly Mansur, encargado de dirigir una nueva transición política. La clave es saber ahora que harán los Hermanos Musulmanes, quienes mandaban hasta ayer. El expresidente Mursi se encuentra detenido por el Ejército y en sus únicas declaraciones conocidas ha hecho un llamamiento a evitar un baño de sangre. Otros trescientos dirigentes islamistas han sido igualmente detenidos. ¿Aceptarán los Hermanos Musulmanes la pérdida del poder? ¿O se sublevarán? Durante las seis décadas de nasserismo y de sus sucesores, los Hermanos Musulmanes fueron perseguidos y encarcelados. Su mítico lider, Hassan al-Banna, había muerto aseinado poco antes, en concreto en 1949. ¿Responderàn ahora, como hicieron entonces, con actos terroristas? Una de sus escisiones más extremistas asesinó a Sadat por infiel. Y la segunda incógnita importante es saber si el Ejército admitirá la devolución del poder a la sociedad, aceptando limitarse a su papel de tutelaje. Aquí entran en juego, los partidos laícos y sus líderes más conocidos como El Baradei. ¿Serán capaces de poner en pie un nuevo régimen laico y mínimamente democrático a la sombra de los militares? O la indudable marca de haber echado a los islamistas por medios no democràticos les persiguirá siempre, deslegitimando su poder.

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