Los medios de comunicación han destacado en sus titulares sobre los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística que la emigración de españoles no solo no cesa, sino que se incrementa. Así, habría habido un aumento del 5,6% con respectos al año pasado, afectando esa migración ya a 2.305.030 connacionales.
Sin embargo, una lectura sosegada de los datos obliga a una matización relevante de ello y a un concepto que deberíamos ir aprendiendo: comunidad trasnacional.
De entrada, la mayoría de los nuevos emigrantes habidos regresan a sus países de origen. Se trata de personas que migran por segunda vez. Llegaron a España cuando el boom económico y ahora regresan a sus países de origen, fundamentalmente sudamericanos. También hay un relevante número de aquellos a la que la ley de Memoria Histórica concedió la nacionalidad, siendo hijos de exiliados españoles. La crisis económica vivida en España y que tan negativas consecuencias trajo al talento joven sería, pues, solo el tercer factor del incremento migratorio.
Los dos primeros casos, pero también el tercero, muestran la consolidación de nuevas identidades múltiples, que se califican como comunidades trasnacionales. En un mundo cada vez más globalizado asistiremos al incremento de este fenómeno, en el que muchos no encuentran acomodo en los estrechos parámetros nacionalistas. Tampoco en los caducos Estados-nación. Un nuevo mundo, que no solo presenta perfiles negativos. También los hay positivos: la esperanza de que la humanidad supere el nacionalismo.
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