jueves, 10 de marzo de 2016

La crisis de Podemos

La crisis que vive Podemos era previsible. Incluso, con perfiles más graves, lo cual no quiere decir que la formación emergente esté comdenada a desaparecer. No, aunque debería cohesionar sus planteamientos ideológicos.

En primer lugar, no debe confundir radicalidad con irresponsabilidad. Se pueden mantener postulados innovadores sin caer en una frontal descalificación como no supo hacer Pablo Iglesias en la fallida investidura de Pedro Sánchez. En ese sentido, el sector que parece encabezar Errejón muestra un posibilismo que a la izquierda, pero también a la derecha, le viene bien, máxime en un mundo en el que la creciente globalización arrinconará aún más a las ideologías.

En segundo lugar, el sector antisistema de Podemos debe aceptar la realidad, sin dejar de propugnar su reforma, como hizo históricamente la izquierda.

Y en tercer lugar, pero probablemente la más importante, la formación emergente debe aclarar en Galicia, País Vasco, Cataluña y Valencia si es una formación de izquierda o nacionalista. Porque, pese a demagogias, la única patria de los desposeídos sólo puede ser la internacional.

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