lunes, 4 de julio de 2016

Don Tancredo


Hace seis meses, Pedro Sánchez tuvo que elegir entre propiciar un gobierno del PP o intentar encabezar una amalgama de apoyos, difícilmente suficiente para constituir un gobierno, que fue estratégicamente bautizado como del cambio.


Ahora, con cien mil votos y cinco diputados menos, a Pedro Sánchez se le vuelve a plantear una disyuntiva parecida, que no idéntica. Ya no se trata como en la noche del 20 de diciembre de aceptar un gobierno del PP a cambio de haber podido exigir el abandono de Rajoy y de haber impuesto unos puntos programáticos, incluida la reforma constitucional. Ahora la posición del secretario general del PSOE es de mayor debilidad y la de Rajoy de más fortaleza al haber sido el único triunfador del 26 de junio. Esa carta la perdió Sánchez al empecinarse en erigirse en alternativa. Si ya el 20-D las cuentas difícilmente salían, el 26-J ha sepultado tal opción, que ya es vista como escasamente democrática hasta por sus más acérrimos defensores.

Ahora, a Sánchez solo le queda reconocer lo evidente y propiciar un nuevo gobierno de Rajoy absteniéndose el PSOE o parte de sus diputados o ausentándose los necesarios para ello. La otra opción es hacerse el don Tancredo. Pero, me temo, que el secretario general socialista va a seguir tan arriesgada estrategia, que puede traducirse en la embestida de unas terceras elecciones de desastrosos resultados para el PSOE. 

Porque el fantasma de unos nuevos comicios sigue ahí, salvo que el PSOE colabore. La idea de que los diputados socialistas no son necesarios si a Rajoy le apoyan Ciudadanos y el PNV choca con varios problemas, desde el hecho de que Albert Rivera ha insistido en que Rajoy no debe continuar, hasta la mayor dificultad que pasa por valorar que el PNV está ya inmerso en otra campaña electoral, las autonómicas de Euskadi de este otoño. Iñigo Urkullu competirá con Podemos y convertirse en el aliado del PP no será precisamente una estrategia rentable para acudir con perspectivas de éxito a esos comicios, en los que el PNV se juega ser derrotado en casa.

Así que los diputados del PSOE son esenciales, lo quiera don Tancredo o no. Hace seis meses pudo haber impuesto hasta un nuevo presidente del gobierno, ahora solo puede evitar el testarazo del morlaco. Se trataba de saber distinguir entre un gobierno de coalición y obligar a gobernar al enemigo bajo tus condiciones. Entre ser inteligente o no.



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