El equipo de Pedro Sánchez continúa con su inagotable carrera de fracasos. Ahora ha conseguido perder la presidencia del Congreso de los Diputados, que la anterior legislatura ocupó Patxi López. A cinco escaños y cien mil votos perdidos con respecto a los últimos comicios, hay que sumar no disponer del tercer cargo en relevancia del Estado español, tras el del rey y el presidente del gobierno.
La estrategia empleada desde el 20 de diciembre por los actuales dirigentes del PSOE solo puede ser calificada de nefasta, llevando al centenario partido a los peores resultados consecutivos de los últimos cuarenta años y a dejar a la formación a tiro de piedra de Podemos.
Hace seis meses pudieron hasta imponer al PP a otro candidato a la presidencia del gobierno que no fuera Rajoy y arrancar al partido conservador cesiones en materia laboral, educativa y constitucional, logros más que suficientes para contentar a sus bases y a todos los que se proclaman de izquierdas en este país. Pero, Sánchez prefirió dejarse seducir por la celada de los que solo aspiran a acabar con ellos.
Y lo peor es que sigue sin aprender, llevando al PSOE a la más absoluta irrelevancia.
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