miércoles, 8 de noviembre de 2017

Oriente Próximo

Arabia Saudí, uno de los países más estables de Oriente Próximo, atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia, desde su constitución por Abdelaziz bin Saud tras la desintegración del Imperio Otomano. Desde entonces han gobernado con mano de hierro los herederos del fundador, cada vez más enfrentados entre sí en numerosos clanes, consecuencia propiciada por la poligamia árabe. Ahora asistimos a una despiadada lucha palaciega entre el príncipe heredero Mohamed bin Saldan y su primo Nayef, que se ha saldado de momento con detenciones y purgas en el seno del Régimen.

Tales disputas privan además a Riad de la cohesión necesaria para hacer frente a la guerra civil entre los árabes que sacude Oriente Próximo desde hace años. Arabia Saudí e Irán se enfrentan en una formidable partida geoestratégica, cuyo campo de disputa es todo Oriente Próximo, para dirimir la hegemonía en el mundo árabe, entre las dos versiones irreductibles del islamismo: el sunismo y el chiísmo.

El régimen de Riad, cada vez menos influyente en el mundo, según el petróleo extraído tradicionalmente deja de ser la pieza energética básica del mundo, hace frente a una alianza chií, que a modo de media luna se extiende desde los hutíes de Yemen a Hizbolá en Líbano. Lo trágicamente vivido en Iraq y Siria puede ser, lamentablemente, solo un prólogo del porvenir en la región.

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