Francia y Alemania reafirmaron ayer en Aquisgrán, la vieja capital carolingia, su ambición europea. Emmanuel Macron y Angela Merkel suscribieron un acuerdo que ahonda en la colaboración transfronteriza entre los dos países, haciendo aún más cómoda la vida de los europeos que viven a un lado y al otro.
El nacionalismo francés se ha apresurado a criticar el acuerdo, sosteniendo que es una concesión a Alemania que pone en peligro la soberanía francesa sobre Alsacia, región fluctuante entre ambos estados a lo largo de la historia. De hecho, en 1945 Alsacia volvió a soberanía francesa tras la Segunda Guerra Mundial, la contienda en la que los nacionalismos precipitaron al mundo a su destrucción y a la muerte de más de sesenta millones de vidas.
El proyecto unitario europeo nació precisamente tras aquel desatino, al que nos quieren volver a llevar los nacionalismos.
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