miércoles, 2 de enero de 2019

De ideologías y religiones

El nuevo ministro de Exteriores brasileño y cabeza pensante del nuevo gobierno del país suramericano, Ernesto Araújo, ha llevado la religión al frontispicio de la actuación del nuevo equipo de poder: “Dios ha vuelto y la nación ha vuelto. Una nación con Dios; Dios a través de la nación”.  Palabras en consonancia con las repetidas hasta la extenuación por el nuevo presidente brasileño, Jair Bolsonaro, durante la campaña electoral que le llevó en volandas hasta el palacio de Planalto: “Dios, por encima de todos”.

La resonancias bíblicas son evidentes, no muy alejadas del sincretismo evangelista de las nuevas religiones que se extienden por toda América y que tienen en la gracia protestante y su carácter salvífico la esencia de su mensaje. Los fieles de esas nuevas concepciones han sido la sólida base electoral que ha aupado a Bolsonaro a la Presidencia de Brasil, cargo que ayer juró el nuevo mandatario.

El pensamiento protestante fue decisivo en los siglos XVIII y XIX para traer la democracia, basándose en el hecho indudable en su concepción de que un pueblo tocado por la Gracia divina no se puede equivocar, como hoy en día piensan muchos de los votantes de Donald Trump, dignatario que ayer felicitó calurosamente a Bolsonaro. De esa concepción religiosa se pasó a la nacional, dotando al respectivo pueblo de una aureola sagrada, cuya misión es implementar en este mundo el divino. Ello fue debido a la irrupción de las ideologías, uno de las novedades más relevantes que trajo la Ilustración en el siglo XVIII. Esa ha sido la contemporaneidad de los siglos XIX y XX, dominada por unas ideologías que sustituyeron a las religiones.

Pero, en el discurso de Araújo y Bolsonaro se aprecia un cambio relevante, ya que son decididos partidarios de acabar con la preponderancia ideológica en la construcción del pensamiento y regresar a la época de las religiones. A ambos cabría recordarles que a la vieja Europa le costó un largo siglo, el XVII, superar esa fase religiosa y acabar con las terribles guerras de religiones, en las que la gente se mataba por la fe. Un escenario que sufre actualmente el mundo árabe con sus desgarradora guerra civil ente suníes y chiíes.


Acabar con las ideologías con el objeto de recuperar la preponderancia religiosa no será, pues, una buena solución. Mas bien se tratará de una regresión, que en el mundo occidental se puede datar en más de tres siglos, los mismos que retrocedería el denominado Homo sapiens, algunos de cuyos ejemplares han votado por Bolsonaro y Trump.

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