En su segundo mandato, Barack Obama parece haberse librado de algunas ligaduras que le atenazaron en exceso durante sus cuantro primeros años de presidente de Estados Unidos. Es cierto que con un sistema tan basado en los contrapoderes y en la rigidez constitucional, como es el estadounidense, debe ser muy difícil conseguir los consensos necesarios que modifiquen situaciones preestablecidas. Este anquilosamiento tiene como principal defecto la difcultad de cambiar el país. Quede como ejemplo la enorme dificultad para cambiar la legislación sobre el uso de armas.
Pero, en este segundo mandato, Obama parece decidido a intentar cambiar algunas cosas. Dos ejemplos: su candidato a dirigir la CIA, John Brennan, quiere cerrar Guantánamo, y el aspirante a encabezar el Pentágono, Chuck Hagel, denunció los errores cometidos en el sinsentido de la guerra de Irak.
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