jueves, 24 de enero de 2013

Proclamación soberanista

El Parlamento de Cataluña aprobó ayer la soberanía política de esa comunidad autónoma por 85 votos a favor, 41 en contra y siete abstenciones. Otros dos diputados del PP no acudieron a la votación por encontrarse enfermos. 

Ayer, votaron a favor los diputados de CiU, ERC, ICV y uno de la Candidatura de Unidad Popular. En total 85 votos. 13 de ellos son de Unió Democràtica de Catalunya, hasta ahora un partido confederalista, y otros 13 de Iniciativa, hasta ahora un partido federalista. Es decir, los votos claramente independentistas se reducen a 69, solo dos por encima de la mayoría absoluta.

La propuesta es la octava que hace el órgano legislativo catalán a favor del derecho de autodeterminación. En la penúltima, que acabó con el canto de Els Segadors y que precedió a la convocatoria de las últimas elecciones, contó con más apoyo que la de ayer.

Da la sensación que Artur Mas pierde apoyos según radicaliza su camino hacia la independencia, lo que se observa en dos cuestiones que ahora paso a analizar. En la declaración de ayer, además de proclamar la soberanía de Cataluña, se señalan dos cosas que han pasado bastante inadvertidas.

La primera es que se indica que el pueblo de Cataluña, a lo largo de su historia, ha manifestado "democráticamente" la voluntad de autogobernarse. Cierto, salvo en lo de democráticamente. Las instituciones tradicionales catalanas nunca fueron democráticas hasta el siglo XX, cuando ya llevaba integrado el pueblo catalán mucho tiempo en España. La construcción nacional que predica Mas no es muy rigurosa con la realidad histórica.

Y la segunda. Se recuerda en la declaración el itinerario del autogobierno catalán desde la Edad Media, lo cual es intachable desde el punto de vista histórico. Pero se añade: "Este itinerario histórico estuvo compartido con otros territorios, hecho que ha configurado un espacio común lingūístico, cultural, social y económico, con vocación de reforzarlo y promoverlo desde el reconocimiento mutuo". Es decir, ayer el Parlamento catalán abogó por uno de los sueños de esa contrucción nacional: los Països Catalans. Nos encontramos, pues, ante la realidad de todo nacionalismo: el irredentismo, definido por no conformarse con lo que uno tiene y aspirar a más Poco importa lo que opinen valencianos y baleares, por no hablar de la francesa Catalunya Nord, la franja aragonesa o la sarda Alguer. Lo importante es la construcción de los sueños nacionales. Pese a quien le pese.

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