Todos los nacionalismos son irredentos; es decir, aspiran a ver realizado completamente su sueño. En su imaginario siempre hay tierras que pertenecieron en algún momento al ideal patriótico. Por ello su construcción nacional exige siempre nuevos territorios, despreciando la opinión de los que habitan allí.
La cosa se agrava si ese nacionalismo se fusiona con el integrismo religioso. El caso lo tenemos en Al Qaeda del Magreb Islámico, la franquicia de la red en el occidente islámico fundada por el difunto Bin Laden. Estos se han hecho fuertes en el norte de Mali junto a otros grupos islamistas y nacionalistas tuareg. AQMI aspira a limpiar el Magreb de la infuencia de Francia y España. Su segundo paso sería conquistar Ceuta y Melilla. El tercero recuperar Al-Andalus. El cuarto tal vez ya no sería conformarse con Sevilla, Córdoba, Granada y Valencia. Etc... Y todo ello justificado bajo una purificación divina. Lo de menos es lo que opinen los afectados.
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