miércoles, 12 de junio de 2013

La Izquierda

El Tribunal Constitucional de Alemania empezó ayer a estudiar si el Banco Central Europeo se extralimitó, vulnerando la Carta Magna alemana, cuando este verano su presidente, Mario Draghi, anunció la compra de bonos de países con problemas de financiación, salvando in extremis al euro. La compra de esos bonos fue formalizada a través del programa denominado Transacciones Monetarias Directas. Los denunciantes consideran que esa compra dispuso sin base legal del dinero de los contribuyentes alemanes, a través del Bundesbank. Entre los querellantes, que han dado origen a este pleito cuyo solo arranque hizo ayer tambalear a las bolsas, nos encontramos a una plataforma de 37.000 ciudadanos alemanes, cuya mirada egoista entiende que su dinero no debe servir para ayudar a los desastrosos socios del sur de Europa, entre ellos los españoles. Nada tiene de extraño que entre los millones de europeos haya unos 37.000 que se miren el ombligo. Pero sigamos con la lista de denunciantes. También hay un grupo de economistas alemanes euroescépticos. Tampoco nos debería llamar la atención que haya gente ilustrada que abomine del concepto de Europa. También está el Partido Social-Cristiano, la CSU, un partido derechista y nacionalista bávaro, socio de coalición de la CDU de Angela Merkel. Esta presencia tampoco debería sorprendernos. Hay muchas formaciones que no ven más lejos que las montañas que cierran el horizonte de su terruño. Pero en la lista de querellantes hay un último partido que llama muchísimo la atención: la Izquierda, Die Linke. Se trata de una formación de extrema izquierda, nacida de una escisión del Partido Socialdemócrata alemán SPD, que terminó confluyendo con el antiguo Partido Comunista de la antigua República Democrática Alemana, aquel que oprimiö con mano ferrea a la mitad de los alemanes durante toda la guerra fría, siguiendo las órdenes de Moscú. Die Linke ha estado liderado durante muchos años por el renombrado Oskar Lafontaine, quien fue uno de los más prestigiosos políticos e intelectuales izquierdistas del Estado de Bienestar alemán. Sin duda que es sorprendente que desde posiciones duras de izquierda se plantee que los países del sur de Europa, y por tanto sus obreros, no deban aprovecharse de la fortaleza de Alemania, y por tanto de lo ganado por sus trabajadores, que tienen garantizado, a diferencia de los otros, mantener su Estado del Bienestar. Forma parte de la desorientación de una izquierda que ha abandonado su sueño internacionalista de defensa de toda la humanidad, encasillándose en las realidades nacionales. Aquí en España también pasa con determinadas formaciones izquierdistas más preocupadas de las diversas realidades nacionales que tenemos. Es un pena. Deberían recordarle a Die Linke y a otras muchas formaciones pretendidamente de izquierdas que la Revolución Francesa, heredera de la Ilustración, estableció como objeto de sus desvelos a la Humanidad. A toda la humanidad. Sin fronteras y si exclusiones de los "otros".

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