viernes, 7 de junio de 2013

Manipulación de símbolos y del pasado

Artur Mas parece haber entrado en barrena. El sondeo que hoy publica El Periódico de Catalunya anuncia el sorpasso: Esquerra Republicana de Catalunya supera en intención de voto a CiU, convirtiéndose previsiblemente en el partido más votado si hoy hubiera elecciones en Cafaluña. Pese a ello, Artur Mas, quien debió dimitir la misma noche de los últimos comicios cuano redujo el voto de su partido, continúa impertérrito su viaje soberanista como un nuevo Moisés en busca de su tierra prometida. Ayer se fotografió entudiasmado con la segunda equipación del F.C. Barcelona, inspirada, o mejor dicho, una mera copia de la senyera. Con esa camiseta, Mas está convencido de que el club promocionará el país catalán por el mundo. En cambio, al Moises independentista no le preocupa que haya otros catalanes que les pueda molestar tan grosera manipulación de su bandera. Me refiero a los seguidores del Espanyol, que ya habían visto como el Ayuntamiento de Barcelona, controlado igualmente por CiU, aceptaba que se colocase la primera equipación, la blaugrana tradicional, a la estatua de Colón, un símbolo de la ciudad condal. En cualquier caso, generar división y exclusión social no importa en esta estrategia que tiene como punto final la consecución al precio que sea de los sueños propios. Pero no solo se manipulan los símbolos, también el pasado. La propia Generalitat está organizando un simposio titulado "España contra Cataluña", aprovechando el 300 aniversario de la toma de Barcelona por Felipe V. No importa que el más reputado hispanista estudioso de la época, como es John H. Elliot, lo haya calificado de disparate, o que el catedrático de Historia de la Facultad de Políticas de la Universidad Complutense, José Álvarez Junco, una de las mentes más lúcidas sobre los nacionalismos, haya señalado que el simposio anunciado no tiene nada que ver con un debate científico, porque ya se dan por predeterminadas las conclusiones. Nada importa. Ni siquiera que en 1714 no existieran las naciones, ni por tanto el Estado-nación español, ni que aquella conquista no fuera sino una guerra internacional entre Borbones y Habsburgos, que eso sí padeció Cataluña, pero también otros territorios peninsulares. Ni importan las divisiones ni las fracturas sociales, ni tampoco tiene relevancia engañarnos con el pasado. Solo hay un objetivo al que llegar  por el camino que sea: la independencia.

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