jueves, 29 de mayo de 2014

La casta política

La sentencia sobre el corrupto exconsejero valenciano Rafael Blasco nos ilustra sobre un fenómeno instalado como un cáncer en nuestro sistema, sin con ello pretender generalizar ni creer, por supuesto, que todos los políticos sean iguales. Vayamos primero con los hechos. Blasco es un claro ejemplo de transfuguismo. Desde sus inicios en el FRAP, organización terrorista que luchó contra el franquismo, al PP, pasando por el PSOE. Ello nos muestra la capacidad de la elite de cambiar para mantenerse en la cùspide social. Pero lo más relevante es la red de poder generada por este personaje. Su hermano Francisco presidió la Diputación de Valencia. Su mujer, Consuelo Ciscar, fue la secretaria del entonces presidente de la Generalitat Valenciana, Joan Lerma, y más tarde directora del IVAM, uno de los museos de arte contemporáneo más relevantes de nuestro país y del mundo. Su cuñado, Crprià Ciscar, fue consejero de Educación de la comunidad Valenciana y secrretario de organización del PSOE. Su hijo, el artista Rablaci, se vio favorecido en su carrera exponiendo en el prestigioso IVAM. Ahí es donde está el problema: en cómo las elites tejen sus influencias y contactos para perpetuarse en el poder. Eso es, predisamemte, lo que ha puesto de relevancia el discurso de la fuerza alternativa exitosa de las últimas elecciones: Podemos. Y probablemente ahí ha radicado su éxito: en la denuncia de la "casta política", a la que sin duda hay que regenerar.

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