lunes, 6 de abril de 2015

Nacionalismo andaluz

De la victoria de Susana Díaz en Andalucía se ha escrito mucho en los últimos días. Lo más obvio es que se trata de una victoria corta, repitiendo los mismo escaños que ya tenía el PSOE, aunque es cierto que recuperando la condición de partido más votado que en los anteriores comicios había perdido en beneficio del PP. Con tan magro resultado debería evaluarse si mereció la pena adelantar las elecciones. con el consiguiente gasto de dinero público añadido.

También se ha dicho que el PSOE cimentó su triunfo en el voto rural, donde las maquinarias de los aparatos de los partidos mejor funcionan. Sin duda que ha sido así, pero indudablemente no es criticable. Las democracias se basan en los votos y no se puede tildar despectivamente a esos ciudadanos que son más sensibles a los manejos partidistas. Eso sin contar con que se trata de un voto aún muy ideologizado, cuyas raíces se hunden en la guerra civil.

Pero lo más relevante del análisis electoral hace hincapié en la identificación que progresivamente hacen los socialistas andaluces con el nacionalismo andaluz. El color predominante en toda la campaña de Susana Díaz ha sido el verde, no el tradicional rojo. Además, todo el discurso de la lideresa ha pasado por identificarse con Andalucía, de tal manera que solo se podía ser andaluz votando al PSOE. El PP no eran sus militantes sevillanos, cordobeses, etcétera, sino Rajoy que venía desde Madrid.

Una estrategia no muy diferente de la que practican otros en Cataluña o el País Vasco, pero que llama más la atención en el viejo partido de Pablo Iglesias, el líder obrero.

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