jueves, 5 de noviembre de 2015

Estadistas

Estadistas


La diferencia entre el gobierno vasco y el catalán respecto al soberanismo radica en la experiencia pasada. Iñigo Urkullu es muy consciente que si tensa a la sociedad vasca, compuesta por personas que creen que su nación es Euskadi y por otros que entienden que es España, perderá votos en beneficio del PP, como pasó con Juan José Ibarretxe hasta que el PNV se vio obligado a prescindir de él.

En cambio, Artur Mas ha tirado sin miramientos de la cuerda, fracturando socialmente por la mitad a la población, entre los catalanes que creen que su nación es Catalunya y aquellos otros que mantienen a la española. Fruto de ello es que el voto a su partido, hasta hace cinco años  mayoritario entre aquellos que veían posible conciliar ambas identidades, ha caído en picado en ese intervalo, mientras aumentaba el más radical y beneficiaba hasta a los anti-sistema, encantados de la actual dinámica. El PP, en este caso, no ha aprovechado la deriva de Convergència Democràtica de Catalunya para aumentar su peso en aquella comunidad autónoma, pero sabe que fuera de esa región recibirá más apoyos cuanto menos negocie y más firme se muestre. 

Por eso es mejor contar con gobernantes inteligentes, aunque el ideal es que necesitamos estadistas y en ningún caso políticos cuyo único horizonte mental sean las siguientes elecciones.

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