lunes, 4 de enero de 2016

Tragedia catalana

Antes que nada, he de reconocer que la resistencia de la CUP a investir a Artur Mas me ha sorprendido. Estaba convencido que las presiones serían tan fuertes que los anti-sistema se terminarían plegando a los deseos del todavía presidente de la Generalitat. Me equivoqué.

El alma izquierdista de la CUP se ha impuesta a la independentista, no sin graves diferencias que pueden haber dejado fracturado al movimiento libertario. El tiempo nos lo aclarará. Pero, hoy conviene fijarse en las reacciones suscitadas. La más estrambótica proviene de Joan Tardà, diputado de Esquerra Republicana de Catalunya que suspiraba por no convocar de nuevo a los catalanes a unas elecciones, lo que viniendo de un partido al que se le hace la boca agua con el derecho de autodeterminación no deja de tener su guasa. O cachondeo, directamente, si pensamos que serán las quintas elecciones que vivirá Cataluña en solo cuatro años. Menos mal que no existe el derecho a decidir, podría apostillar un charanga gaditana del próximo carnaval.

Pero para máscaras la de Mas, quien niega que sea un problema para el independentismo y sin rubor dice que tiene ganas de plantar cara. Exactamente eso: cara y muy dura. Así, que no duden que aún el gran funambulista nos deleitará con una gran acrobacia. Puede que sea la última, pero sin duda que será espectacular. Es lo mínimo que podemos esperar del gran líder que no sólo ha hundido su partido, sino también a Cataluña, lo que sin duda es una tragedia.

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