lunes, 22 de febrero de 2016

El referéndum británico

El referéndum sobre la permanencia o la salida del Reino Unido de la Unión Europea amenaza con convertirse en una cuestión que afecta a muchas más personas, trascendiendo a los habitantes de las islas británicas. Se trata de una más de las consecuencias de la globalización mundial. Hoy en día, es muy difícil sustraerse de una decisión de ese calibre. Así que los ciudadanos británicos decidirán sobre algo que les afecta en primer término, pero también resolverán sobre un asunto que condicionará al resto de europeos.

La permanencia del Reino Unido en las instituciones europeas siempre ha adolecido de escaso entusiasmo por la construcción de una nueva entidad superadora de los Estados-nación conformantes. Es más, ha habido analistas que han exaltado las ventajas que tendría para Europa la salida de un socio tan renuente. La negociación última sobre el acomodo británico en la UE ha acrecentado incluso esta perspectiva, que incide en valorar la cohesión que adquiriría la construcción europea.

No obstante, la salida de Gran Bretaña podría traer nefastas consecuencias para Europa. De entrada, de triunfar el brexit en el referéndum, el nacionalismo escocés volvería a la carga exigiendo un nuevo plebiscito de permanencia de aquella región en el Reino Unido, olvidándose que ni hace un año lo perdieron. Y ese nuevo referéndum tendría todos los visos de triunfar ahora, publicitando el mensaje de que Escocia quiere seguir siendo europea.

A su vez, la independencia de Escocia desataría todos los populismos en el Viejo Continente y en concreto en España daría alas a los nacionalismos, afectando a la vida cotidinana de muchas personas. Ese es el mundo globalizado. Vivimos en él, pero seguimos con sistemas de decisión ya arcaicos.

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