El triunfo en el referéndum celebrado ayer en Holanda supone un nuevo revés para Europa y un nuevo triunfo del nacionalismo. esa plaga que hace unas décadas creíamos superada y que amenaza con ocasionar de nuevo estragos bíblicos como ya hizo en la Segunda Guerra Mundial.
Diversas asociaciones nacionalistas lograron convocar un referéndum sobre el tratado de asociación de la Unión Europea con Ucrania con el objetivo de obligar a Holanda a repudiarlo. Entienden que dicho tratado es una forma encubierta de intoducir a Ucrania en la UE, además de ser poco práctico en la medida en que Europa se busca problemas con Vladimir Putin, el sátrapa que amenaza con recuperar el dominio soviético sobre el este europeo.
Pese a que solo han participado uno de cada tres electores holandeses, el referéndum se ha saldado con el apoyo del 61% lo que obligará al gobierno holandés a abrir una crisis en el seno de la Unión Europea que afectará a todos nosotros y que algunos agoreros ya han calificado como el fin de Europa.
La legislación holandesa obliga a que cualquier iniciativa que tenga el respaldo de 300.000 personas sea discutida en referéndum popular. Así fue en el presente caso, tras presentarse 440.000 firmas.
Ningún medio de comunicación español daba hoy la cifra del censo de votantes holadeses. Pese a tal carencia, que sigue diciendo mucho y no bueno de nuestro periodismo, los habitantes de Holanda son 17 millones. Supongamos que el censo es la mitad de esa población, unos nueve millones de personas.
En el referéndum ha participado el 32%, superando en dos décimas el umbral exigido para que el gobierno lo considere de hecho vinculante. Es decir, unos tres millones de holandeses van a obligar a su país a replantear en Europa el tratado con Ucrania, abriendo una formidable crisis con los otros 27 estados de la Unión Europea que ratificaron dicho acuerdo y cuya población supera los 500 millones de personas.
La desproporción de cifras nos debería llevar a replantearnos determinadas cosas y alertarnos frente al tenaz nacionalismo, que siempre està ahí, amenazando.
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