martes, 29 de mayo de 2012

Despertar del sueño

Egipto despierta del plácido sueño de la primavera árabe. La revolución de la Plaza Tahrir parece desavanecerse tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Dos son los candidatos que se jugarán la segunda vuelta y ambos están muy alejados del espíritu inicial de aquella revolución que acabó con el autócrata Hosni Mubarak. Uno de los candidatos es precisamente quien fue el último primer ministro de Mubarak.  Ahmed Shafiq agrupa a los sectores desengañados de esa revolución y a los laicos que desconfían profundamente de la marea islamista. Entre los que apoyan a Shafiq se encuentran los coptos, los cristianos que suponen el diez por ciento de la población y que se consideran asímismo los auténticos egipcios, los que ya estaban en el país cuando llegaron los árabes. Su cristianismo, que hacen derivar del evangelista San Marcos, no está en comunión con Roma, ya que no creen en la naturaleza humana de Cristo. Estos coptos temen la posibilidad de que el otro candidato sea finalmente el ganador. Se trata de Mohamed Morsi, el candidato de los Hermanos Musulmanes, fundados por Hasan al Banna en 1928. Esa es la fecha de creación del islamismo como corriente idelógica, que hizo de su oposición a los valores de la Ilustración occidental su bandera y el camino para que los musulamnes recuperaran su importancia en el mundo. Los Hermanos musulmanes son pues en origen antidemócratas y han hecho de Israel su gran enemigo. Uno de sus dirigentes más radicales, al-Zawahiri, participó en 1981 en el asesinato del presidente egipcio Sadat y actualmente dirige Al-Qaeda. Es verdad, que los Hermanos Musulmanes han moderado su aversión a Occidente y algunos han aceptado la democracia. Entre ellos están los islamistas de Ennahda, que gobiernan en Túnez tras la primavera árabe, y los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo en Marruecos tras la apertura democrática de Mohamed VI.  El proceso democratizador de los Hermanos Musulmanes es aún incierto y suscita dudas e interrogantes. Estos son pues las dos concepciones que se enfrentarán en la segunda vuelta electoral egipcia. Los Hermanos Musulmanes y los herederos de los gobiernos nacionalistas, que tuvo a Mubarak como último líder y a Gamal Abdel Nasser como el primero, el héroe árabe que hizo de la laicidad y del socialismo sus señas de identidad y que permitieron a Egipto recuperar el Canal de Suez hasta entonces en manos de Occidente, parándole los pies al enemigo secular: Israel. Esta son las opciones de Egipto tras despertar del bello sueño de la Revolución de Tahrir. En cualquier caso, el ganador deberá poner el cascabel al gato. O al menos intentarlo: su misión será poner coto al poder del Ejército egipcio, que controla al menos el 30 por ciento de PIB del país de los faraones a través de una red industrial y empresarial que ha permitido a los militares ser una casta privilegiada y envidiada por el resto de egipcios.

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