Obama y Europa

Barack Obama ha dado prioridad a Asia, frente a Europa, durante los más de tres años de su presidencia. Este olvido de Europa puede llegar a su fin y la cumbre del G-8 de este fin de semana en Camp David puede mostrarlo. El cambio de orientación en el presidente norteamericano se debe a que estamos a seis meses de las elecciones en las que se juega su reelección.  Obama necesita que la crisis europea no vaya a más y ponga en peligro el débil crecimiento económico estadounidense, que aún no se ha traducido en un decidido descenso del paro norteamericano, necesario para mantenerse en la Casa Blanca. Por ello desde Estados Unidos se mira con lupa que pasa en Grecia y se seguirán atentamente la repetición de las elecciones en el país heleno. Pero hay algo más: a Estados Unidose le interesa que Europa, ese galimatías a ojos de Washington que aun sigue sin tener un interlocutor único, avance en su construcción, antes de constatar el fracaso de la zona euro. Y en esa construcción europea, Obama mantendrá su sólida alianza con Alemania, pero acuciado por sus problemas puede que se apoye en Hollande para presionar a Merkel para que ésta acepte un plan de estímulo económico. Dicho plan beneficiaría primero a los europeos del sur, que verían matizada la política de recortes, pero también a un mundo globalizado consolidando el crecimiento de Estados Unidos y favoreciendo la reelección de Obama.