El PP ha perdido en las elecciones municipales de ayer con respecto a las de hace cuatro años casi dos millones y medio de votos. En concreto, 2.441.535. Por su parte, Ciudadanos ha logrado cerca de un millón y medio de votos. Exactamente 1.461.258. Es decir, la reducción del PP no se explica solamente por el avance de la formación de Albert Rivera, que no ha cubierto del todo las expectativas que había creado. Hay otro millón de desertores de Mariano Rajoy que no se sabe muy bien lo que han hecho, aunque mayoritariamente habrán terminado absteniéndose.
Del anterior análisis tenemos la primera clave de las elecciones de ayer: la sangría del PP es muy considerable, pero pese a ello Ciudadanos no logra consolidarse como alternativa.
Vayamos ahora a la izquierda. El PSOE pierde casi setecientos mil votos. En 2011 obtuvo 6.276.087 y ayer vio reducido su apoyo a 5.587.084. Ese es el bocado que el partido de Pedro Sánchez ha sufrido a manos de Podemos. El problema que tenemos es que no hay, ni habrá, datos nacionales de Podemos, porque en algunas localidades ha ido solo y en otras con otras formaciones. Por tanto, solo podemos saber que los socialistas acusan la llegada de Podemos, pero mantienen en líneas generales la hegemonía entre la izquierda. No se puede precisar más porque estos comicios no nos permiten conocer el peso real de Podemos. ¿Porque es el de Madrid y Barcelona, donde han acudido conjuntamente con otras muchas formaciones, o es el de otras muchas localidades donde ha quedado mucho más atrás?
Lo que si sabemos es que las dos fuerzas emergentes han acabado inmisericordiamente con sus predecesoras: con UPyD e IU, pero no con el PP y PSOE, a quienes sólo han mermado sus apoyos.
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