La victoria de los conservadores en las elecciones en el Reino Unido tiene dos lecturas. La primera, interna, es que si David Cameron alcanza la mayoría absoluta, los buenos resultados de los independentistas escoceses apenas tendrán rédito político, ya que los tories no necesitarán de sus votos en el parlamento británico.
Y la segunda, externa, incide en que Cameron sale reforzado en su pulso con las instituciones de Bruselas. De hecho, el clamoroso triunfo de Cameron es una mala noticia para la Unión Europea. El primer ministro tendrá ahora una posición de más fuerza para chantajear a las instituciones comunitarias, ya que su objetivo es muy claro: lograr configurar aún más una unión a la carta para el Reino Unido respecto a la UE, blandiendo amenazador el referéndum prometido sobre la permanencia. En suma, más ventajas para Londres y menos compromiso con Europa. Como siempre, la demagogia revestida de democracia.
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