Susana Díaz lo tiene muy difícil para lograr mañana que el PP o Podemos se abstengan y lograr así la investidura. El PSOE andaluz no parece haber asumido los nuevos tiempos y en consecuencia no ha sabido atraerse a Ciudadanos, algo que puede terminar pagando incluso a escala nacional. Esta situación es imputable en gran medida a la presidenta en funciones andaluza, más allá de que Ciudadanos intente sacar la máxima tajada en sus negociaciones y a la actitud claramente obstruccionista de Manuel Chaves solo preocupado por su legado; es decir, que cualquier decisión presente suponga una censura a un pasado lleno de sombras.
Se abren ahora dos meses de impasse negociador, en donde los partidos deben demostrar que han oído el mandato popular: el fin de los partidos dominantes, sustituidos por la cultura de la negociación. Esto es algo urgente. No es de recibo perder medio año como ya llevamos. Ni me quiero imaginar una nueva convocatoria electoral en Andalucía que suponga tirar por la borda todo un año. Y menos cuando la excusa para haber adelantado las elecciones era la estabilidad. Y en ello la responsabilidad también es evidente.
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