La tormenta financiera que nos viene de China alarma ya a los expertos. Unos consideran que se trata de un agotamiento del modelo, que se ha traducido durante años en incrementos del PIB chino de dos dígitos, sacando de la pobreza a muchos chinos. Otros temen que se trate del pinchazo de una colosal burbuja, basada en la sobreestimación de activos ocultos, ligada a la nula transparencia de una sociedad dominada con mano de hierro por una elite partidista que genera una corrupción ramplante.
En cualquier caso el escenario es más que sombrío. La pregunta inmediata es hasta donde llegará la marea; es decir, hasta que punto afectará a Occidente, porque no hay dudas al respecto de que la marejada nos llegará.
Pero más importante es saber cómo afectará socialmente a una población, la china, compuesta por más de mil trescientos millones de habitantes, que se verá afectada por el empobrecimiento que traerá la crisis. Y si el Partido Comunista podrá mantener su dominio, porque lo que está en juego es un modelo económico basado en un Estado capitalista que se define como comunista y en el que no existen las libertades individuales. Es decir, ¿hasta donde aguantará la olla a presión recalentada?
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