lunes, 13 de julio de 2015

Las horcas caudinas

Llama la atención en esta mañana de lunes, en la que la Unión Europea le ha hecho pasar a Grecia por las horcas caudinas, tanto comentarista que aún defiende la convocatoria del referéndum que hizo Alexis Tsipras. Máxime si tenemos en cuenta que los griegos tendrán que hacer frente a unas condiciones mucho más dolorosas que a las que se opusieron hace una semana en la consulta popular.

La estrategia del primer ministro griego solo ha servido para enfurecer más a los dirigentes alemanes y de otros países europeos alineados entre los halcones que no han ahorrado ninguna humillación a Atenas, incluida la puntilla última: transferir a Luxemburgo activos helenos por valor de 50.000 millones de euros. Después de eso, ¿qué queda de la soberanía griega?

Pero, insisto, quienes aún defienden a Tsipras y su estrategia deberían constatar que ésta solo ha servido para prorrogar el sufrimiento dos semanas más. Y los que creen, como último argumento, que mediante el referéndum, el dirigente de Syriza logró cohesionar al pueblo griego y salvar a su gobierno, les pregunto si no encuentran una alegación más instrumental de la democracia.

No, la demagogia solo ha llevado a un mayor holocausto para el pueblo griego, al que tras humillarle en las horcas caudinas, ha condenado a un mayor sufrimiento en las próximas décadas.

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