lunes, 11 de septiembre de 2017

María Teresa Castells

Ha fallecido en San Sebastián, su ciudad, María Teresa Castells, un símbolo de la resistencia frente al uniformismo. Lo hizo contra el franquismo y lo volvió a repetir contra ETA, demostrando que el ser humano puede alcanzar cotas de calidad superadoras del comportamiento habitual entre los primates, entre los que prima el seguidismo de la manada.

María Teresa Castells combatió al Régimen que se enseñoreó de este país durante cuatro décadas, abriendo una librería, Lagun, en lo viejo, el casco histórico de San Sebastián, en una plaza que todavía se llamaba del 18 de julio y que una vez muerto el dictador pasó a denominarse de la Constitución. Sí, de esa norma tan despreciada, pero que nos garantiza a todos la libertad y la igualdad jurídica. Por esos principios luchó ella y su marido, José Ramón Recalde, quien fue torturado y encarcelado por militar en los "felipes", el pionero grupo opositor al franquismo.

La presión contra la librería y contra los que allí se reunían, en muchas ocasiones clandestinamente, no desapareció con la muerte del dictador. No. La herederaron sus seguidores en la visión monopolista de la realidad: los etarras, tan dispuestos como el anterior, a imponer un único modo de vida. Destrozaron sus cristales, lanzaron cócteles molotov, pintaron sus paredes, demostrando que eran enemigos de la cultura. Aguantaron carros y carretas. Pero, ETA no se quedó ahí. No. Atentaron contra su marido, que había sido consejero de Educación del Gobierno Vasco. Una bala le atravesó la boca, sobreviviendo milagrosamente.

Ante tamaño presión, trasladaron la librería al ensanche de la ciudad, donde hoy continua contribuyendo a convertir a los miembros de la tribu en ciudadanos.

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