viernes, 23 de marzo de 2018

Así nos va

La última iniciativa judicial en el caso del proceso soberanista ha vuelto a revelar la interpretación torticera de los sentimientos, a lo que cada vez estamos más acostumbrados, según nuestras sociedades se dejan llevar por ellos. Me refiero a la excusa dada por Marta Rovira, la secretaria general de Esquerra Republicana de Catalunya, cuya fuga egoísta ha empeorado la situación procesal del resto de implicados. La elegida sucesora de Junqueras alega que ha emprendido el camino de la huída para poder seguir ejerciendo de madre, algo que se deben estar preguntando a estas alturas todas las progenitoras presas que existen no solo en Cataluña, sino en toda España. La dirigente del partido independentista debe estar planteando que no se pueda encarcelar a ninguna madre, aunque haya cometido asesinatos o robos, en aras de garantizar la plena realización sentimental de la condición familiar.

Peor aún ha estado Ada Colau, dirigente de una amalgama de formaciones que coinciden con el independentismo en acabar con el despreciado Régimen del 78,  pese a que desde entonces España haya gozado del mayor tiempo de democracia de su existencia.  La alcaldesa de Barcelona ha suspendido el pleno municipal porque no pudo aguantar la tristeza de los conmilitones ideológicos de Rovira. Antes sus lloros, Colau entendió que no existían las condiciones de normalidad necesaria para proseguir discutiendo un asunto realmente de interés para los vecinos de la capital catalana:  la vuelta del tranvía a la diagonal. Los sentimientos, pues, han vuelto a impedir un debate racional. 


Esa es nuestra sociedad. Y así nos va.

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