martes, 27 de marzo de 2018

Doce días

En doce días, el exmandatario izquierdista más prestigioso de Latinoamérica deberá ingresar en prisión después de que un tribunal de segunda instancia brasileño diera luz verde al juez instructor de una causa de corrupción por el que ha sido condenado a doce años y un mes de cárcel.

Luiz Inácio da Silva, más conocido como Lula da Silva, que pasará a la historia como el dirigente que logró sacar de la pobreza a varios millones de personas en Brasil, será encarcelado, salvo sorpresa, en cumplimiento de una resolución judicial, que considera probado que aceptó un apartamento de playa como regalo de una constructora.

El interesado se resiste a ello, ya que pretende volver a presentarse como candidato presidencial, contando con el apoyo de una parte de la opinión pública que no olvida sus exitosas políticas socialdemócratas, que por primera vez en la Historia hicieron del presente de Brasil el futuro largamente acariciado.

La Justicia y la Política, pues, divergen. No es la primera vez que ello ocurre. Ni será la última. Coetáneamente, a todos se nos ocurre otro ejemplo, que se dirime ahora en Alemania. En cualquier caso, la democracia es política, pero no puede existir sin justicia. Eso es el Estado de derecho, que obliga a cualquiera a cumplir con la ley. Nadie está por encima de ella. Precisamente, ese fue el principal motivo de la revolución de 1789 contra los privilegios del Antiguo Régimen, que se hizo visible el día que la guillotina cercenó la cabeza de Luis XVI.


No hay comentarios:

Publicar un comentario