miércoles, 14 de marzo de 2018

Intereses electorales

La expeditiva decisión de Donald Trump de destituir al hasta ahora responsable de la política exterior norteamericana, Rex Tillerson, obedece a una única razón: intereses electorales. En un momento como el actual, marcado por la competencia de China, por el incremento de la hostilidad rusa y por hechos críticos que enervan la situación internacional, como evidencian la situación con Corea del Norte e Irán, esta última inmersa en una tremenda guerra civil islámica, en las decisiones del presidente de Estados Unidos priman el rendimiento de su posición pública ante sus electores, con la mirada puesta en la renovación de la totalidad de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y la mayoría de los gobiernos de los Estados federales, al final del primer año de su mandato. Y lo hacen sobre otros considerandos, incluida la estabilidad que debe ofrecer el organismo que todavía hoy dirige el mundo.

Y ese es el grave problema de nuestras sociedades, en las que se decide como solventar los problemas no por criterios racionales, basados en considerandos objetivos, sino por la mera repercusión electoral. Si al menos, hubiera un gobierno universal, investido de legitimidad democrática por toda la humanidad, sus decisiones, incluidas las erróneas, serían asumibles de un modo solidario, pero con un mundo dividido y a la vez globalizado, los errores los pagan no solo los que pueden decidir, al formar parte del colegio electoral. 


Ardua cuestión, sin duda, pero no por ello debemos hurtar el debate sobre ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario