lunes, 26 de marzo de 2018

Del supremacismo al victimismo

En el relato independentista catalán, ha sido una constante presentar la astucia e inteligencia como patrimonio de los soberanistas, dentro de una concepción supremacista, frente a los torpes y violentos españoles, capaces de reprimir por la fuerza hasta la propia democracia.

Sin embargo, la detención de Puigdemont en Alemania desmerece tal presunción. Hasta ahora, el expresidente de la Generalitat había sido capaz de representar tal papel, eludiendo a la Justicia, en una fuga que le había llevado a Bélgica, permitiéndole  saltar a Dinamarca, Suiza y Finlandia, cuando quería.

Puigdemont emulaba así al astuto Odiseo, de reminiscencia clásica, tan grata a la narración del Viatge a Ítaca, que cantó Lluís Llach, otro independentista. Un relato redondo, enmarcado en cuatro décadas de lucha contra la represora España, enlazando de esa manera el presente con la crítica al denostado Régimen del 78 y presentando a este como antidemocrático.

Pero, todo ello amenaza con caerse como un castillo de naipes, por la torpeza cometida por Puigdemont, incompatible con una concepción supremacista, de facilitar su detención, internándose en Alemania, precisamente el Estado que dirige la Unión Europea, el mayor logro democrático supranacional existente en el mundo y del que participa España.


Ahora, una vez desmentido tal supremacismo, el independentismo volverá al viejo mantra del victimismo, actitud mucho más cómoda, en la que sentirse a gusto, frente a la pérfida España. Ojalá me equivoque, pero, en consecuencia, no tardaremos en asistir al paralelismo de recordar que el hasta ahora último president huido, Lluís Companys, fue entregado por la Gestapo alemana, por los nazis, antes de ser fusilado por la violenta España, que entonces era fascista. Como ahora, sostendrán.

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