La elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo secretario general socialista parece cerrar una larga etapa en la que el PSOE, con Rodríguez Zapatero a la cabeza, hizo de la imagen el principal motivo del discurso. Los 956 delegados reunidos a lo largo del fin de semana en Sevilla tuvieron que elegir entre la continuidad de esa política, con Carme Chacón, y la ruptura de la misma con un candidato no especialmente telegénico: Rubalcaba.
Los discursos de ambos ante el plenario del Congreso mostraron claramente donde se situaban una y otro. Chacón optó por un discurso de eslóganes y frases voluntariosas, muy similar al que llevó a Zapatero a ganar a Bono por sólo nueve votos en 2000. En cambio, Rubalcaba optó por un discurso màs lógico y con propuestas concretas, entre las que destaca la ruptura del concordato con la Iglesia.
La división socialista, plasmada en que solo 22 votos separaron al ganador de la perdedora, planeará sobre el partido en los próximos años de oposición al Gobierno del PP. Pero, la nueva Ejecutiva debe mantener fijo el rumbo. Un rumbo que no puede ser otro que el caladero de votos centristas que en España siempre han dado las mayorías parlamentarias. Y alejarse así de populismos izquierdistas, eso sí trufados de buenas imágenes. Este ùltimo camino, que el PSOE parace haber evitado en un reñido congreso, hubiera llevado al PSOE hacia un precipicio, cuyo único beneficiario habría sido Izquierda Unida, quien renovaría su sueño de sorpasso.
Por la cuenta que nos trae, más vale que acierten
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