viernes, 24 de febrero de 2012

Un debate de altura

El salón de actos de la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford fue ayer escenario de una reedición del famoso debate vivido en 1860 entre evolucionistas y creacionistas. Entonces, el obispo de Canterbury, Samuel Wilberforce, espetó al biólogo Thomas Henry Huxley, abuelo del famoso escritor Aldous Huxley, si venía del mono por parte de su abuelo paterno o materno. Hoy en día, la Iglesia Anglicana y también la Católica ya admiten la evolución biológica. En el debate de ayer eso quedó claro, pero no así las múltiples preguntas que aún quedan por resolver sobre temas trascendentes. En cualquier caso es reconfortante ver como en el Reino Unido sigue dándose importancia a esos debates entre razón y fe, que tan fructíferos han sido a lo largo de la historia. Pongo un ejemplo, el de Robert Fitz Roy, vicealmirante de la Armada británica. Fitz Roy fue el comandante del Beagle, el famoso barco en el que viajó Charles Darwin, quien gracias a sus averiguaciones en esa travesía escribió "El origen de las especies", punto de partida del evolucionismo. Fitz Roy y Darwin mantuvieron durante la travesía y posteriormente un debate profundo sobre la fe y la razón, no exento de tiranteces, pero nunca violento. Fitz Roy no podía entender el mundo sin la mano creadora de Dios. Eso no fue obstáculo para que Fitz Roy fuera uno de los creadores de la ciencia meteorológica y fundador de la oficina del tiempo en el Reino Unido.  En el debate de 1860, celebrado entonces en el Museo Universitario de Historia Natural de Oxford, siete meses después de la aparición de "El origen de las especies", Firz Roy atacó los planteamientos de Huxley y luego levantó una Biblia y pidió a los congregados que creyeran en Dios, no en los hombres. Los últimos años de Fitz Roy fueron duros, salpicados de estados depresivos. En 1865, cinco años después del famoso debate, se suicidó.

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