martes, 16 de junio de 2015

A lo más una chinita en el zapato de Mas

El ultimátum de Convergència Domocràtica a Unió Democràtica para que en tres días asuma en su integridad el plan independentista de Artur Mas refleja el sinsentido de la estrategia mantenida en los últimos años por Josep Antoni Duran i Lleida, pero al menos puede tener un efecto clarificador.

Porque mantener a Uniò a remolque del soberanismo solo ha servido para dividir en dos mitades a un partido casi centenario que a lo largo de su dilatada historia había propugnado una visión confederal de España con una Cataluña dentro de ella. Al menos hasta hace tres años, cuando el vendaval soberanista, alentado por unos evidentes intereses, empezó a soplar y se llevó por delante la política timorata de Duran, quien incapaz de responder con una estrategia defensora de sus postulados optó por la postura más cómoda de dejarse llevar, confiando en que a fin de cuentas lo de Mas no pasaría de ser el enésimo pulso de una oligarquía contra el Estado. Nunca la amagada independencia.

El resultado es una Unió capitidisminuida, que poco puede hacer ya para frenar los planes del presidente de la Generalitat. A lo más una chinita en el zapato de Mas. Pero por eso mismo, es clarificador ante unas elecciones en las que una minoría se empeña en obligar a la mayoría a decidir sobre lo que quiere la primera, adobada además con todos los terciopelos necesarios para hacer atractiva la ingesta de aceite de ricino que conllevaría.

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