jueves, 25 de junio de 2015

La recta final griega

La espada de Damocles que se bate amenazadora para Grecia y que tiene la fecha límite del 30 de junio ha servido para que el gobierno de Syriza traspase algunas de las líneas rojas que se marcó y que ayudaron a la formación política en la carrera electoral que la llevó al poder en el país heleno.

Esas líneas traspasadas han sido fundamentalmente de dos tipos: el recorte en pensiones -incluido el alargamiento de la vida laboral hasta los 67 años, los mismos que en España- y la subida del IVA -algo que también hemos padecido aquí-. Sin duda que ambas medidas tendrán un coste social, perjudicando a los más desfavorecidos. Pero a cambio de eso, la deuda helena podrá ser renegociada con criterios más flexibles, lo cual no es poca cosa.

Cuando el acuerdo estaba a punto de cerrarse, el Fondo Monetario Internacional -objeto de las críticas más feroces del gobierno heleno- ha exigido algunas precisiones contables que por el bien de todos deberían superarse. Para cubrir esos flecos, estaría bien que el esfuerzo suplementario no repercutiese más en la sociedad helena y el gobierno griego aceptase reducir su desproporcionado gasto en defensa militar. El nacionalismo heleno debería moderarse y comprender que la amenaza de su secular enemigo -Turquía- es hoy en día mucho más relativa. Al fin y al cabo, ambos países son socios de la OTAN y Grecia además cuenta con la ventaja de pertenecer a la Unión Europea, algo que cualquier mente inteligente se aprestaría a evitar.

Lo demás son demagogias, que siempre pagan los más desfavorecidos.

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