viernes, 5 de junio de 2015

El fin de IU

Izquierda Unida atisba su fin. Y no se puede decir que ese hecho haya podido coger desprevenida a la formación y mucho menos a sus dirigentes. Gran parte de sus decisiones de los últimos años, muchas de ellas refrendadas con referendos internos, han llevado a la liquidación de unas siglas que cuando surgieron supusieron una bocanada de aire fresco, superador del viejo PCE de la transición democrática que llegó agotado tras una encomiable labor.

Sin duda que la política es injusta, pero también es inexorable. Al final las ansias de renovación y de reforma del bipartidismo tendrán como primera víctima -o segunda si contamos a UPyD- a quien más hizo por romper ese modelo. Si no comparten tal aserto, acuérdense de la famosa pinza contra el PSOE que al final solo benefició al PP de José María Aznar.

Sin duda que IU ha cometido muchos errores estratégicos, el último permitir gobernar a Monago en Extremadura, que ha llevado a su desaparición en el parlamento regional. Pero, entre todos ellos cabe distinguir dos, que resumen todos los casos concretos: condicionar su izquierdismo al no reprimido deseo de machacar al PSOE y no disponer de un discurso coherente en materia territorial en todo el Estado. La soberanía de las federaciones territoriales, reconocida en sus estatutos, ha posibilitado discursos contrapuestos, difícilmente entendibles entre el electorado, y sobre todo ha facilitado que Podemos la dividiese desde dentro como un caballo de Troya. Sí, porque Pablo Iglesias, que en líneas generales mantiene atado en corto a sus barones regionales, no sabemos si asaltará los cielos, pero de momento lo ha hecho con IU.

No hay comentarios:

Publicar un comentario